Trata de hacer con gusto todo lo que hagas, pero que el
placer no sea jamás el móvil de tu acción.
No te excites jamás, ni te pongas nervioso o agitado.
Permanece absolutamente sosegado ante cualquier circunstancia que se presente.
Y, sin embargo, mantente siempre alerta para que puedas darte cuenta del
progreso que todavía te queda por hacer y puedas hacerlo sin pérdida de tiempo.No interpretes nunca los acontecimientos físicos por su apariencia exterior. No son más que un torpe intento de expresión de otra cosa, de algo que escapa a nuestra comprensión superficial.
No te quejes nunca de la conducta de nadie, a no ser que
tengas el poder de cambiar en su naturaleza lo que le hace obrar así; y si lo
tienes, efectúa este cambio en vez de quejarte.
Sea lo que fuere lo que hagas, no olvides nunca el objeto
que te has fijado. No hay cosas grandes o pequeñas en el camino hacia el gran
descubrimiento; todas las cosas son igualmente importantes y puedes acelerar o
retrasar la consecución del propósito. Así, antes de comer, concéntrate
unos segundos en la aspiración de que el alimento que vas a tomar aporte a tu
cuerpo la sustancia necesaria para servir de base firme al esfuerzo que debes
realizar para avanzar hacia el gran descubrimiento, y le dé fuerzas para
perseverar y persistir en el empeño.
Antes de ir a dormir, concéntrate unos segundos en la
aspiración de que el sueño repare la fatiga de tus nervios y aporte calma y sosiego
a tu cerebro, a fin de que, al despertar, puedas reemprender con renovado vigor
tu marcha por el sendero del gran descubrimiento.
Antes de actuar, concéntrate en la voluntad de que tu acción
sirva de ayuda, o, en todo caso, no constituya un obstáculo, para tu avance
hacia el gran descubrimiento.
Cuando vayas a hablar, antes de que las palabras salgan de
tu boca, concéntrate durante un breve tiempo, pero suficiente, para poder
controlar tus palabras y no pronuncies más que aquellas que sean estrictamente
necesarias y no sean nocivas para tu progreso en el camino del gran descubrimiento.
En una palabra, no olvides jamás la razón y el objeto de tu
vida. Deja que la voluntad de realizar el gran descubrimiento planee
constantemente por encima de ti, de lo que haces y de lo que eres, como un
inmenso pájaro de luz que domina todos los movimientos de tu ser.
Ante la incansable persistencia de tu esfuerzo, una puerta
interior de tu ser se abrirá súbitamente, y descubrirás un esplendor
deslumbrante que te aportará la certidumbre de la inmortalidad, la experiencia
concreta de que siempre has vivido y siempre vivirás, de que sólo las formas
exteriores son perecederas y de que estas formas son, en relación a lo que tú
eres realmente, como vestidos que se tiran cuando son viejos o están gastados
por el uso. Entonces, te erguirás, liberado de todas las cadenas que te
esclavizaban, y en lugar de avanzar con dificultad bajo el peso de las
circunstancias que la naturaleza te imponía, y que debías soportar y sufrir si
no querías ser aplastado por ellas, podrás caminar con paso firme, siguiendo un
camino recto, consciente de tu destino y dueño de tu vida.
Extraido del libro "Educación" de La Madre.
Sé como una flor...
Se como una flor, abierta, franca, ecuánime, generosa y amable...
Una flor está abierta a cuanto la rodea: Naturaleza, luz, rayos del sol, viento...
Ejerce una influencia espontánea en todo lo que está a su alrededor. Irradia alegría y belleza.
Es franca: no esconde nada de su belleza, dejando que irradie de si francamente.
Lo que tiene dentro, lo que está en sus profundidades, lo deja asomar para que todos puedan verlo.
Es ecuánime: sin preferencias. Todos pueden gozar de su belleza y su perfume, sin rivalidad.
Es igual y la misma para todos. No hay diferencia ni nada por el estilo.
Y generosa: sin reserva o restricción, así entrega la misteriosa belleza y el perfume de la misma Naturaleza. Se sacrifica completamente para nuestro agrado, ofreciendo incluso su vida para expresar la belleza y el secreto de cuanto se esconde en su interior.
Y además, amable: tiene tanta ternura, es tan dulce, tan amigable y amorosa. Su presencia nos colma de alegría. Siempre está alegre y feliz.
Feliz es quien puede intercambiar sus cualidades con las auténticas cualidades de las flores.
Trata de cultivar en ti misma/o sus refinadas cualidades.
Extraido del libro "Las flores y sus mensajes" de La Madre.
Gracias amada Madre por tus dulces enseñanzas.
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